La última sesión arrancó con una reflexión colectiva sobre el programa: sobre lo que había sucedido, las expectativas que se habían cumplido, y los virajes que habíamos decidido tomar. También planteamos los futuribles para este cuerpo vinculante, los retos a los que tendría que enfrentarse, las formas que podría tomar.
Algunas conclusiones tenían que ver con los planteamientos que hicimos en torno a lo que supone formar parte de una red, la importancia de la presencialidad para consolidar las interrelaciones, o la necesidad de seguir juntándonos para mantener vivas las aspiraciones del colectivo.
En un tablero de Kinopio, dispusimos toda la colección que habíamos construido a lo largo de las sesiones de MAIA. Las imágenes, las palabras, las creaciones: rastros de nuestros intereses, afinidades, preocupaciones comunes. El gesto final consistió en plantear recorridos a través de esta colección: como mediadoras que atraviesan el museo, nos apoyamos en estos textos e imágenes para construir posibles relatos sobre esta experiencia.